La Iglesia católica celebra el día 2 de noviembre, el Día de los Difuntos, festividad desconocida para muchos y en la que los fieles cristianos rezan por aquellos que, habiendo fallecido sin pecados, aún se encuentran en el purgatorio y para que lleguen pronto al cielo.
El Día de todos los Santos se celebra el 1 de noviembre y se instituyó en honor de todos los Santos, conocidos y desconocidos, y que después de haber muerto, ya han alcanzado el cielo.
El Día de Todos los Santos y el Día de Difuntos eran fechas clave en el calendario litúrgico. Populares y siempre atractivas por el terror que causaban a las gentes sencillas. Se creía que las Ánimas de los Fieles Difuntos salían en procesión a las doce de la noche del día 1 y se recogían a las doce del día siguiente.
En la noche de las Ánimas las gentes mostraban un temor generalizado por las visitas que aquéllas realizaban a sus familiares vivos.
En España y especialmente por nuestra zona, actualmente son días de animado trajín y de numerosas afluencias a los cementerios, que lucen limpios y cuidados , con flores en las tumbas. Se celebran con cenas y comidas entre familiares y amigos donde se degustan castañas asadas ,boniatos y huesos de santo o panillets , que son dulces pequeños hechos a base de masa de almendras, que en su origen eran repartidos entre los feligreses que se acercaban a rezar en la misa de la noche de difuntos.
La tradición en Candasnos
Hace muchísimos años en Candasnos – nos cuentan Carmela y MaríaTurmo-la tradición era que la noche del 1 al 2, es decir, “la noche de las almas”, algunos mozos del pueblo pasaban por las casas en busca de comida y bebida. Subían a la torre de la iglesia y allí pasaban toda la noche tocando las campanas cada hora, bebiendo y comiendo todo lo que habían recogido.
Ese mismo día por la mañana, en el cementerio se celebraba una misa y se rezaban responsos para los difuntos por todos los nichos .Acudían los niños de la escuela acompañados de sus maestros y al finalizar , el sacerdote iba con los que eran monaguillos a la Casa Parroquial y les ofrecía castañas, galletas, panelletes, etc.
La tradición en Aragón
La creencia general era que las ánimas del purgatorio vagaban esa noche en busca del descanso eterno y acudían a nosotros en busca de ayuda, una ayuda que debíamos prestarles a cambio de su intercesión por nosotros para lograr nuestro bien.
Antiguamente durante el día de Todos los Santos y la noche de difuntos las campanas tocaban a muerto y en las casas se rezaba el rosario, se comían frutos secos y se contaban historias de miedo, apariciones y seres sobrenaturales, a veces durante toda la noche.
En las casas y en las iglesias se encendías velas y lamparillas. Se ponían también en las ventanas de las casas.
En el Archivo de Tradición Oral de Aragón encontramos un romance recogido en Tarazona que enseña, por boca del difunto esposo que se dirige a su viuda, algunas de las cosas que se deben hacer para ayudar a las ánimas a alcanzar el descanso eterno y evitar que se enfaden con nosotros: encender luces, rezar, ir a misa y hacer penitencia.
Esposa del corazón,
¿cómo de mi no te acuerdas?
¿cómo no ruegas a Dios
que me saque de estas penas,
oyendo misas cantadas,
rosarios y penitencias?
Los niños vaciaban calabazas por un pequeño agujero hecho en su base, les hacían agujeros con forma de ojos, nariz y boca de aspecto terrorífico y les ponían dentro una vela encendida. Estas calabazas se llevaban en procesión por la noche o se ponían en puertas y ventanas para asustar a la gente. Había alguna persona que se disfrazaba de fantasma y salía a la calle a asustar a la gente. Los más atrevidos apostaban entre ellos quién tendría valor para ir al cementerio a hacer alguna gamberrada. Hoy son los chicos y chicas más jóvenes quienes se disfrazan y recorren las casas pidiendo caramelos y golosinas; aunque esta costumbre es rechazada por quienes creen que es una moda importada de Estados Unidos, en realidad no es más que la adaptación a los tiempos actuales de una antigua tradición nuestra (procedente de los celtas), una parte más de nuestro patrimonio histórico y cultural que, de otra manera, habría desaparecido de nuestra memoria colectiva y con toda probabilidad habría sido sustituido por algún tipo de ceremonial remotamente relacionado con nuestro folklore.
Para terminar: una curiosa tradición del día de Todos los Santos es que, en algunos pueblos, los dueños de las casas alquiladas podían echar a la calle a sus inquilinos.