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OCURRENCIAS Y CRITERIOS DIFERENTES  (por Mercedes Pueyo)

Creo que fue en el periodo de 1963 a 1965, que se votaron los artículos del Concilio Vaticano II, por iniciativa del Papa  Juan XXIII   y a partir de entonces, en todas las diócesis, comenzaron  los cambios que se establecieron en  este concilio, la adaptación a las nuevas directrices y en algunos casos menores, se hicieron según criterio del sacerdote en funciones.

En Candasnos, durante la Guerra Civil, nuestra iglesia quedo muy maltrecha, el retablo del altar mayor (por cierto muy bonito) se destruyó totalmente y durante años, hubo  un altar muy sencillo y  provisional y en la  medida en que fue mejorando la situación económica en el pueblo, se fue vistiendo a la iglesia con  regalos de algunas familias y también por el resto de la comunidad.

Por lo que respecta a los parroquianos de la  iglesia de Nuestra  Señora  de la Asunción de Candasnos,  que es la nos ocupa, los cambios del cura por entonces en la localidad , no fueron del beneplácito de la mayoría de las personas  .  Nadie, que se sepa, osó  discrepar con el sacerdote por tales cambios y si alguien lo hizo, lo omitió por completo. No se encontró razón alguna para que retirase el altar mayor de alabastro, regalo de una familia del pueblo  y dejara el ábside totalmente vacío,  poniendo como escusa los cambios que había que hacer según la nueva liturgia, salida del Concilio Vaticano, como por ejemplo, celebrar la Santa Misa de cara al pueblo, sustituir el latín por las lenguas vernáculas, así como la participación de los feligreses en las lecturas y otras actividades.

También,  por entonces, se hicieron arreglos en la iglesia, se picó y eliminó el yeso que recubría el ábside de la iglesia y se tomó la decisión de dejar la piedra de cara vista, entre otras cosas, porque al quitar el yeso  quedaron al descubierto restos de pinturas que hubo en otros tiempos; se recompusieron los pilares, se levantó  un peldaño más hacia altar mayor y según se dijo, allí quedo troceado y enterrado  bajo el altar mayor.

Posteriormente  se  pintó todo el templo.  El ábside, únicamente lo ocupaban el Sagrario en el centro, incrustado en el muro, unos metros por delante, el ara con sus candelabros y adornos florales y una lámpara de nueve focos que pendía del centro del techo sobre el altar, a la izquierda se dispuso el atril y por encima de él,  sobre una repisa de madera se coloco a Nuestra Señora de la Asunción, a la que  está dedicada nuestra iglesia.

Lo que tampoco sentó bien al pueblo, fue la ocurrencia de retirar a todos los santos que había en las capillas laterales de la iglesia, así que la iglesia quedó exenta de imágenes.Desconozco el motivo de tal decisión, no sé si es porque el sacerdote entendía que había excesivas imágenes o bien  por motivos más prácticos, ya que posteriormente se colocaron unos cortinajes  que se pusieron en el lateral izquierdo de la iglesia, según se entra, que es donde había mas santos y quizás los feligreses,  en los periodos de más frio estuvieran mas recogidos .Posteriormente a la llegada de otros sacerdotes, fueron retornando los “exiliados” a sus altares .

El artífice de estos hechos, ya no está entre nosotros,  pero sí  descansa entre nuestros muertos, ya que a Candasnos lo consideraba su pueblo y quiso ser enterrado en su cementerio.

A su llegada al pueblo cerca de los años 60, mosén Juan José Ros, ya tuvo sus más y sus menos  con el pueblo y sus autoridades, por la moralidad, por las orquestas  que se traían para las fiestas , con vocalistas más o menos destapadas, en fin, cosas de aquellos tiempos y que hoy nos hacen sonreír. Pero también supo hacerse con los niños y no tan niños, cuando casi nadie teníamos televisión, los críos pasaban las tardes en casa del cura y ¿cuántas tardes de los domingos, no hemos pasado las mozas y mozos, parejas de novios y todo aquel que quería divertirse viendo a Rin Tin Tin y un montón de series que hacían las delicias de chicos y mayores? Atendió nuestra parroquia, durante 19 años.

Quería a Candasnos y a su gente,  durante los 21 años que estuvo en otro pueblo de sacerdote   y hasta que murió poco después de jubilarse, no dejo de venir para cualquier suceso que ocurría y sobre todo, para la fiesta de San Isidro a celebrar la misa para todo el pueblo, en la ermita del Santo. A pesar de los desencuentros, los Candasninos, también le supimos respetar y querer.

En la década de los años 90, se hizo otra restauración en la iglesia, esta vez fue en el exterior e interior; se derribó la casa del cura, la torre se modificó y se levantó, se arreglo el tejado y se restauraron unas ventanas de  mucho valor histórico, dentro se cambio todo el pavimento, se pusieron bancos nuevos, nueva instalación eléctrica  y se iluminó la iglesia por fuera.

En el ábside se pusieron, una especie de hornacinas grandes donde se colocaron la patrona y el Santo Cristo, que es como está en la actualidad.

MERCEDES PUEYO




Restauración de la torre de la iglesia

Derribo de la casa del cura.


El edificio más destacable de Candasnos es su iglesia,  dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Se inicia  su construcción después de su conquista , a mitad del siglo XII,  usando como material la piedra sillar bien escuadrada y en estilo románico. Son visibles aún las marcas de cantero en esta parte románica.

En este estilo románico se realizó la planta única y el ábside semicircular ( cabecera de la iglesia), aquí centrada en altura se halla una ventana abocinada con dos arquivoltas decoradas que se apean en cuatro columnitas con sus respectivo capiteles.

Pero lo destacable de este templo es la transición al gótico del siglo XIV,  que a mitad de altura del templo comienza su construcción en ladrillo, y en la zona del ábside pasa del semicírculo al polígono siendo sus alargados ventanales en este tramo con arcos apuntados. Son de especial relevancia las pinturaurales y el presbiterio (espacio que rodea el altar mayor hasta el pie de las gradas).

El muro de poniente restaurado casi por completo en su revestimiento, guarda memoria de la portada que allí hubo, así como el ventanal original que se abrió sobre la misma. Es de tres arquivoltas, restaurada por completo la exterior, guarda buena parte de su elaborada composición inicial. La interior de ángulo liso y con bocel y decoración de arquillos la intermedia y bocel y dientes de sierra la restaurada.

La sensación que produce al entrar en él, es de ser un templo muy luminoso. Los ventanales en altura le aportan una iluminación natural que hace casi innecesaria la luz eléctrica al mediodía. Naves laterales añadidas, con sus capillas correspondientes, flanquean la nave original central. Se ha dejado vista la estructura en piedra sillar del cilindro absidal original.   Se han conservado en un par de lugares del cilindro absidal superficies con pinturas de su decoración primera. Probablemente de un momento gótico avanzado, son difíciles de interpretar más allá de sus colores oscuros y la decoración de frisos con animales monstruosos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A los pies del templo, coro alto, con una bóveda de cuarto de esfera como réplica de la cabecera .

Abre en él el ventanal que veíamos al exterior del muro de poniente. Es abocinado, aspillerado y consta de dos arquivoltas de perfil liso con impostas muy marcadas.

CUANDO POR FIN NOS LLEGÓ EL NUEVO CURA

Nací  en el año 1941, por lo tanto en la posguerra, tiempo de la cartilla de racionamiento y del pan negro, yo lo comí poco, pero me acuerdo de él. ¡No! , no es de estos recuerdos de los que quiero referirme en este relato. Los recuerdos de hoy me llevan a los años de  1952 a 1956-57, más o menos.

En uno de los bombardeos que sufrió nuestro pueblo durante la Guerra Civil, se destruyó la casa del cura  y Candasnos se quedó sin sacerdote y así estuvo durante muchos años. No nos faltaban los servicios religiosos, por supuesto, estábamos bien atendidos por mosén Agustín, el cura del vecino pueblo de Peñalba, un hombre rudo y grande (es como lo veían mis ojos de cría), que repartía su apostolado entre los dos pueblos. Cuando venía a Candasnos  me llamaba la atención el ayudante o sacristán mayor que colaboraba en sus tareas “ el tío Julián” hombre bueno como el que más, había sido estudiante de cura durante años en el seminario de Lérida y de esa experiencia le quedó -digo yo- el gusto por el latín y el canto gregoriano,  en todas los servicios religiosos, entierros, fiestas y demás eventos, nos obsequiaba  con unos cantos en latín que nos maravillaba. Y así pasaron varios años…

Las ruinas de lo que fue la casa del cura, servían para los juegos a guerras y guerreros de todos los críos del pueblo, y  de tanto atravesarlas se había hecho una senda que nos permitía llegar antes a la iglesia. Hasta que un día, empezó a correr la noticia de que iban a reconstruir  la casa del cura y nos enviarían un cura para nuestro pueblo.

Por fin se terminó la casa y llegó el cura. Todo el  pueblo estaba expectante, ¿cómo sería?,  ¿sería joven o viejo?, ¿qué carácter tendría? Supongo que vendría el Sr. Obispo para presentarlo en la primera misa, esto, no lo recuerdo muy bien, pero seguro que sería así.

Se llamaba José María Gardeñes , era de la provincia de Lérida ,de Alguaire y era joven , simpático y con muchas ganas de trabajar. En poco tiempo se puso a casi todo el pueblo en el bolsillo (digo a casi  todos  por respeto a las ideas religiosas de toda la gente)

A las chicas de mi edad y a  otras algo mayores (entre los 11 y 13 años) nos atraía sus reuniones en la escuela y en la casa parroquial, que estaba abierta a todos los críos y jóvenes del lugar; realizó una labor pastoral importante, organizó grupos de mayores para encuentros de ejercicios espirituales, organizó las Hijas de María, en fin,  que puso a este pueblo  al día en temas religiosos, acordes con la época que vivíamos.

Hubo un tiempo, que quiso que aprendiéramos música y todas las mañanas íbamos a misa de ocho y tras  la misa nos daba clase de solfeo, que pronto empezó a atragantársenos el dichoso pentagrama.

Lo que si nos gustaba mucho, era ensayar canciones, de hecho nos inscribió a las chicas en un concurso de canciones populares  que  organizaba la Sección Femenina de la Falange en Huesca, que por cierto ganamos el primer premio de la región, de ganar la siguiente prueba, abríamos saltado al nacional, pero nos quedamos las segundas. Según algunas lenguas  fue porque hubo tongo pero a pesar de todo lo pasamos muy bien.

        

Aquí os muestro algunas fotografías de ese día tan especial; una parada en el camino  y el grupo en la puerta de la catedral.

           

La casa del cura fue en aquellos tiempos nuestro lugar de juegos para chicos y chicas. Un  día  mosén Gareñes trajo unos patines de ruedas, que por supuesto eran para los chicos, pero nosotras no íbamos a dejar de divertirnos igual que ellos, así que nos las ingeniamos para poder patinar lo mismo que los chicos,  nos agenciamos unos imperdibles que prendíamos en los bajos de las faldas (entonces no se usaban los pantalones), de esta forma, si nos caíamos, no enseñábamos nada .Esta diversión me duró muy poco,se acabó en cuanto se enteró mi madre … y ¡ menuda reprimenda que me dio!.

Recuerdo lo bonita que fue la temporada de teatro que organizó,  los ensayos y el montaje de las obras. Yo no participe en esto, pero los que lo hicieron disfrutaron  mucho. Todos lo hacían muy bien, eran excelentes actores,  pero recuerdo que se comentaban mucho las interpretaciones, de Carlos Villagrasa, Rosa Ballestar  y los que entonces eran unos críos, Aurelia y Gonzalo Villagrasa,

Otra cosa que también marco un hito, fue la cabalgata de reyes que montaron todos los jóvenes capitaneados por mosén Gardeñes y que fue un acontecimiento para todo el pueblo. Al anochecer del 5 de enero empezó la cabalgata, ¡parece que lo estoy viendo ahora! Tal como pasaba la cabalgata, iban dejando los regalos en las ventanas y balcones; todo estaba lleno de colorido,  los reyes y los pajes iban  muy bien vestidos, también había caballos,  y todo el pueblo detrás.  ¡Fue  extraordinario!.

Fueron unas cuantas pinceladas de alegría , que rompieron  un poco  la monotonía  y la tristeza que se arrastraba en esa época  y en la que  se luchaba mucho para salir adelante.

A la vuelta de 4 ó 5 años mosén Gardeñes dejó de ser nuestro párroco. Cuando las personas son muy válidas se las llevan a la ciudad o pueblos más grandes, donde pueden desarrollar más su valía. Al final perdimos su rastro…¡ pero no del todo!, algunos años después, supimos que dejó el sacerdocio y formó una familia. A día de hoy, no sé si vive o no.

Ya nunca nos faltó cura en Candasnos. Le sucedió mosén Ros, a quién por lo visto la casa no se acomodaba a sus necesidades y realizó bastantes cambios. Fue el cura que mas años seguidos  estuvo en el pueblo y después se han ido sucediendo con mucha frecuencia .

 En la actualidad se han vuelto a  compartir los curas con otros pueblos, pero ahora es por la falta de vocaciones sacerdotales. De los tiempos de ir a evangelizar a Sudamérica y otras partes del mundo, se ha pasado a la necesidad de traer sacerdotes de esos países.

En la restauración de la iglesia que se realizó hace unos años, decidieron derribar la casa del cura; en su lugar hay una pequeña plaza, a la que me gusta llamar  «Plaza de la Abadía» y paradojas de la historia, volvemos al principio, sin casa del cura y compartiendo al párroco que vive en Peñalba.

Mercedes Pueyo