Cuando se llega a esa edad en que empieza a sobrarte el tiempo, hay que empezar a buscar cómo llenarlo para que los días no resulten demasiados largos y tediosos, hay bastantes cosas con las que se puede llenar ese tiempo que nos sobra, pero algo que a mí me gusta hacer, es volver la vista atrás y visualizar como si de una película se tratara, nuestra manera de vivir hace más o menos 60 años, recuerdos, que quizá estén un tanto magnificados, pues es frecuente pensar a nuestra edad que todo lo pasado fue mejor, sea como sea, hoy he hecho un pequeño recordatorio de los trabajos y oficios de este lugar donde nací, al igual que mis progenitores y varias generaciones más, todas hemos sentido el orgullo, de haber sido y ser, parte de sus lugareños
Los oficios propios del pueblo
En la actualidad, con apuros, llegamos a los 400 vecinos, nunca ha sido un pueblo grande, cuando mucho, poco más de mil personas poblaron sus calles, pero siempre hasta los años 50 del siglo pasado, tuvimos cubiertas las principales necesidades para vivir más o menos cómodos en esta población. Además de los servicios sociales, como escuela, médico, un practicante que hacía de comadrón y que además, ejercía de barbero, esporádicamente venia un médico dentista, que aliviaba muchos malos ratos de la gente, siempre hubo cuartel de la Guardia Civil, en donde vivían los guardias con sus familias, un sacerdote, también un delegado del servicio nacional del trigo y los imprescindibles correos y telégrafos.
Había buenos profesionales que ejercían los oficios necesarios para el desarrollo de la vida cotidiana. Eran carpinteros, herreros de caballerías y expertos en la forja del hierro, esquiladores de mulas, guarnicioneros, mecánicos de coches y electricistas, albañiles como los hermanos Pablo y Antonio Mariñoso de Albalate de Cinca, que se afincaron en el pueblo y durante muchos años hicieron muchos de los edificios ,incluido el chapitel o aguja de la iglesia. También hacía un gran servicio en el pueblo un señor muy pintoresco e instruido que era nuestro zapatero remendón, también había peluqueras, modistas, sastres y alguna bordadora a cuyos talleres acudían chicas del pueblo para aprender a coser y bordar. Ni que decir tiene, lo relacionado con la alimentación, como carnicerías, panaderías, varios ultramarinos y un estanco, como por aquel entonces en la mayoría de las casas se hacia la matanza del cerdo, no faltaba el servicial “matarife”, siempre dispuesto a la llamada de sus convecinos.
Colchoneros
Hasta la llegada de los colchones de muelles, siempre se usaron los colchones de lana de las ovejas que apacentaban en nuestros montes y que todos los años las colchoneras de mi pueblo eran las encargadas de varear la lana y hacer los colchones de nuevo. Me gustaba de pequeña ver con que arte esponjaban la lana y con mimo la colocaban sobre la tela del colchón, lo cosían sentadas en el suelo y finalmente con unas agujas muy largas y gruesas atravesaban unas betas por toda la superficie que remataban con una lazada, para que la lana no se moviera de lugar, parece todo muy sencillo, pero no todo el mundo sabía hacer un colchón. ¡Que placer, la primera noche que se dormía en ese colchón!
Servicios externos al pueblo
Por aquel entonces eran muy pocas las familias que tenían coche particular, para las cosas que no se podían solucionar en el pueblo, como médicos especialistas, notarios, comercios de ropas, calzado y otras, que en lugares como estos no es viable su existencia. La solución la teníamos en el autobús de ida y vuelta Zaragoza Lérida con escala en Fraga (capital de nuestra comarca y mayor proveedor de nuestras necesidades) le decíamos “el correo” ya que llevaba la correspondencia de los pueblos. El problema de cómo vestirnos y calzarnos, en parte, nos lo solucionaban esos tenderos, en cuyas tiendas había de todo, a ellos hacíamos los encargos de de estos menesteres. En tiempos, también nos visitaba una señora de Zaragoza, que su nombre era Cecilia, esta señora creo venia una vez al mes, y nos traía previo encargo, cosas relacionadas con el vestido y calzado, este mismo día, tomaba nota a las personas, que querían algo para el próximo viaje.
En momentos de ocio
También teníamos nuestros lugares de ocio, algunos bares, un par de fondas, ¡¡hasta un salón de cine!! Con bancos de madera que después de la película se retiraban y hacia las veces de baile, donde las tardes de los domingos los jóvenes disfrutábamos de lo lindo con aquellos bailes agarrados, tan añorados por los que quedamos, de aquella juventud.
Yeseros
Nuestra forma de vivir era común a la de otros pueblos, algunos vecinos de entonces se hacían el yeso, para cuando tenían que hacer obras de albañilería, esto era, algo muy artesanal que llevaba su tiempo y un trabajo muy duro, desde arrancar la piedra de yeso de las canteras, quemarlas en los llamados hornetes que construían ellos mismos, también había que hacerse con mucha leña para la quema de la piedra, una leña por lo general que hiciera mucha llama, como el cozcollo y el romero, esta quema, solía llevar todo el día, los que se dedicaban a ello, sabían bien cuando la piedra alcanzaba su punto de cocción. Una vez fría, se procedía a molerla, para la molienda se extendían las piedras quemadas en el suelo y se rollaban con los ruellos de piedra tirados por mulas, luego se porgaba para separar lo más gordo y quedara un yeso apto para su uso.
En otros pueblos no había un molino de yeso, como el que había en el nuestro. A la salida del pueblo dirección Zaragoza, el Sr Ponet (vecino de Fraga) alquilo un solar, en el que contruyó dicho molino, la machacadora eléctrica estaba bajo un cubierto y a un lado había una escalera que conducía a un cuarto superior, que hacía las veces de oficina, la persona que durante un tiempo se hizo cargo de ella, era un chico joven, que siempre que ibas estaba estudiando. Personas del pueblo eran las encargadas de la quema de la piedra y del funcionamiento del molino, si alguien necesitaba comprar yeso, igualmente, atendían estas personas. El yeso resultante de la molienda se vendía a gente del pueblo, pero la mayor parte salía fuera, a Fraga y seguramente a otros lugares, ciertamente no se cual era su destino final.
Convivieron durante un tiempo los que se hacían su propio yeso y el molino, pero poco a poco, los particulares fueron retirándose, resultaba más cómodo abastecerse de esta empresa yesera. Hace más de 2 décadas que dicha empresa dejo de funcionar.
Como el resto de España, también los pueblos sacamos partido de la Democracia, de la prosperidad del País, todos nos hemos modernizados, hemos aprendido a pedir y a exigir derechos cuando hace falta. Ahora, tenemos otras cosas que llenan nuestro tiempo, se sale a comprar fuera y se viaja mucho mas.
Los que aquí seguimos hemos puesto nuestras casas al día en cuanto a comodidades re refiere. A los mayores, nos viene bien la tranquilidad que nos envuelve y los jóvenes tienen toda la autonomía del mundo para hacer lo que quieran, pero de todos aquello oficios y servicios han mermado de tal manera que ya solo queda un carpintero un electricista un mecánico, el médico y un asistente sanitario, una tienda de ultramarinos y comestibles y una panadería, la de toda la vida, con nueva generación. Sigue estando el cuartel de la Guardia Civil y el sacerdote, compartido con otros pueblos, ni que decir tiene que la colonia escolar no alcanza ni la cuarta parte de lo que fue, alguna que otra cosa más debe de quedar, pero aquí lo dejamos.
El tiempo no se para y sin destruir el pasado hay que seguir avanzando. El coche particular es para los pueblos, más que un capricho una necesidad indispensable, si hace 60 años, había necesidad de salir para muchas cosas, ya mencionadas, en el presente, no se concibe el día a día, sin el coche, por otra parte, hay que reconocer, que el coche al haber acortado las distancias, ha propiciado que muchas personas vivan fuera de su lugar de trabajo, todo ayuda, a empequeñecer los pueblos como el nuestro.
El cambio ha sido grande y la prosperidad un tanto ficticia ya que estamos en un momento que el miedo se nos ha metido en el cuerpo, ¿será verdad lo de la generación perdida? el túnel se está hacendó muy largo, ¿veremos pronto la luz?